A veces, para crecer, es necesario perderse para poderse encontrar, redescubrirse y mejorar.
Ayer mi día empezó genial. Era viernes, y eso siempre de por sí, hace que el día pinte algo mejor que los demás. Mi agenda laboral indicaba que la mañana no sería muy difícil de pasar, y encima contaba con el aliciente de salir a malamadrear por la noche. Sí!!! Teníamos una cena de mamis programada, y me hacía mucha ilusión disfrutar de la compañía de grandes personas a las que veo menos de lo que me gustaría.
Pero mi día se tornó rebelde... hacia las doce de la mañana recibí una llamada de mi responsable que me convocaba a una reunión urgente en Barcelona... a las 15. Teniendo en cuenta que yo ayer pensaba salir de trabajar a las 14.00, comer tranquila en casa con mi marido, y pasar una tarde relajada.... aquel nuevo "plan" no me encajaba demasiado en mi concepto de viernes.
Debo decir que el motivo de la reunión era grave... y que estaba justificado sobradamente que me convocaran a ella de manera urgente. Una de las personas a las que tutorizo en mi trabajo había tenido un conflicto con otra compañera y... digamos que no habían sabido como resolverlo de una manera "adulta". Se hacía necesario que la tutora de la otra chica (una de mis más queridas compañeras de profesión), yo, la responsable del curso y el responsable de proyecto nos reuniéramos con ellas, antes de que se volvieran a encontrar y el conflicto pudiera ir aún a más.
Son situaciones que no son fáciles, incómodas... pero que entran dentro de mi trabajo y resultan necesarias. Por suerte, no forman parte del día a día en el sentido estricto de la palabra.
La reunión... dentro de lo que cabe fue bien. Y considero que todos los allí presentes la aprovechamos y sacamos partido.
A veces para avanzar es necesario equivocarse, caer, y volverte a levantar. Para encontrarse, primero hay que perderse. Y estoy segura de que "mi chica" se perdió, pero afortunadamente también sé que se encontró y que aprovechará su segunda oportunidad.
Cuando llegué a casa, estaba agotada y con los nervios algo alterados. Ciertamente... yo también me había perdido!!! Porque cuando acompañas a alguien en SU camino... a veces, tu también te acabas medio perdiendo.
De modo que decidí que la mejor opción era perderme también físicamente durante un rato, a ver si así me encontraba. Cogí mis bastones de Nordic Walking y me fui a la montaña, a sanar mis heridas y abandonar mis demonios.
Cuando vives a diez minutos de parajes como estos... perderte es un placer.
Me perdí, y me encontré y como "mi chica" crecí y me hice más fuerte.
Tras la ducha reparadora la cena con mi grupito de mamis me sentó genial. Reírme, compartir penas, alegrías, miedos... fue la guinda del pastel.
El viernes no fue como estaba previsto, fue más duro de lo que esperaba, pero estoy contenta de haberme perdido y de haberme encontrado de nuevo.
Y tu? Te has perdido para encontrarte alguna vez?
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