Hay días en que una como madre, no se siente nada bien con el papel que está jugando.
Son esos días en que llegas cansada del trabajo, te pones a doblar ropa, haces tarde la cena, los peques no paran de discutir y pelear, tardan en ponerse el pijama, están trabajosos para cenar....
Y al final pierdes la paciencia, el estrés gana la partida y acabas por gritar y hablarles duro... Aún cuando luego, visto en perspectiva, sabes que lo que habían hecho, no era tan grave...y que tu reacción ha sido desmesurada y totalmente fuera de lugar.