Así es como me siento muchas veces, como me he sentido gran parte de mi vida... una maestra de la contradicción, una contradicción con patas.
Esa chica inocente... que en sus auriculares escuchaba metal a todo trapo..., esa persona culta y bien hablada... que cuando sus padres no estaban en casa cantaba a voz en grito las letras de Extremoduro (cuando estaban en casa me limitaba a escucharlas por las auriculares... a día de hoy no sé bien bien que cara pondrían de escucharme soltando ciertas lindezas por la boca... esto... no papá... no lo busques en internet.... hagámonos un favor mutuo 😉).
Leyendo el Quijote en el metro, mientras Metallica sonaban en mis oídos, viajando de la mano de Shakespeare y de Brian Molko al mismo tiempo.
Cariñosa... pero arisca a la vez, descarada y vergonzosa, a veces tan egoísta... a veces tan generosa..., tan masculina y tan femenina. Siempre segura de quien soy... siempre perdida sin saber quien era...