Hoy hace ya un día y una semana de la Maratón de Barcelona. Una dura prueba en la que miles de atletas recorren durante 42 km 195 m la ciudad de Barcelona.
Mi marido, que este año cumplirá 42 años se propuso un reto: hacer la Maratón de Barcelona marchando! Un kilómetro marchado por año cumplido.
Y yo empecé a preparar el otro Maratón: el de la "acompañante" o como me llamaron recientemente vía Facebook: la supporter (suena más fino :-) )
Di todo mi apoyo durante todo un año de duros y laaargos entrenos, aportando humor y paciencia, y tratando, como siempre, de quitarle hierro a pequeños contratiempos (resfriados que interrumpían la preparación, molestias que obligaban a detener los entrenos....)
Pero sobretodo el pasado día 15 de marzo corrí (que no marche) mi propia Maratón.
Me levanté a las cinco de la mañana, como Alberto, y desayuné junto a él. Me desplacé a Plaza España en ferrocarril y metro. Parecía increíble la cantidad de hombres y mujeres que había a esas horas ataviados con deportivas y mallas. Todos con cara de emoción, ilusión y porque no? algo de miedo en la mirada.
Ya en Plaza España la adrenalina se disparaba. El ambiente resulta indescriptible. Si nunca habéis ido a la salida de una prueba deportiva de este calibre.... os lo recomiendo. Resulta de "gallina de piel".
La cantidad de atletas, la cantidad de acompañantes, la música, los speakers... todo sobrecoge y emociona.
Tras acompañar a Alberto a su cajón de salida, me ubiqué en la zona de la salida, con la intención de verle pasar. No pudo ser. La salida estuvo super bien organizada, dejando un intervalo de tiempo entre cajón y cajón. Todos los corredores, del más rápido al más lento, tuvieron su música alentadora y su confeti a su paso por la salida.
Me dejé los ojos...como tantos otros familiares... y como muchos de ellos no conseguí mi propósito.
Una vez pasó el ultimo atleta, en mi mente sonó otro pistoletazo de salida: el que indicaba que daba comienzo mi Maratón!
Con el mapa del recorrido en la mano, y la mochila cargada de geles y barritas energéticas, inicié mi "carrera". Una carrera peculiar, en la que acortas recorrido por calles anexas, en la que te vales del uso del metro, en la que a trozos caminas y a trozos corres a fondo cual velocista... Una carrera en la que también me acompañaban miles de personas. Nos distinguíamos del resto de pasajeros del metro y de paseantes, porque llevábamos la mayoría el mapa del recorrido en la mano, la cámara de fotos en muchos casos, calzábamos deportivas y teníamos cara de emoción.
Fui directa al primer punto de encuentro que habíamos definido con Alberto: justo pasado el km 8, frente al Decathlon de la Diagonal.
Llegué bastante rápida, recuerdo que incluso corrí unos metros al salir del metro, impaciente por ver pasar a Alberto y hacerle entrega de su avituallamiento. Como no había podido verle en la salida, no tenía claro a que hora pasaría por este punto. Cronómetro en mano miraba constantemente el tiempo que hacía que había empezado la cursa.
Entre tanta angustia...de repente, una alegría inesperada: la tutora de mi hijo pasa por mi lado corriendo a buen ritmo. Ambas nos vemos y nos reconocemos. Veo la alegría en su mirada, por ver un rostro conocido, y grito su nombre y la animo. Entre tanto corredor, encontrar a alguien que no esperas y a quien no buscas es prácticamente un milagro. No la volvería a ver en toda la carrera. Al día siguiente supimos que había conseguido acabarla. Toda una valiente!
Cuando ya empezaba a pensar que Alberto había pasado sin ser visto le detecté en la distancia, moviendo las caderas. Menudo ritmo!!! Abrí una barrita y un gel y le ofrecí ambos. Le jalee y le animé eufórica. Y cuando ya se alejaba, paré el cronometro y lo volví a poner en marcha. 45 minutos hasta llegar al próximo punto de encuentro: km 16, cerca de la Sagrada Familia.
Casi de inmediato reemprendí la marcha, me fui hacia el metro y... horror.... menuda lentitud!!! Y encima tenía que hacer transbordo!! Los 45 minutos se me empezaban a hacer escasos.
Acabé corriendo. Corriendo en el transbordo, por los pasillos del metro.... corriendo cuando salí a la calle.... Y como yo, muchos otros. Menudo ritmo llevábamos!!!
No le fallé. Llegué a tiempo. Sonriente, aplaudiendo, gritando y de nuevo dándole el avituallamiento deseado.
Como mi carrera era "peculiar", en este punto me tomé una licencia. Entré en una cafetería para tomar un café e ir al baño.
Luego.... lo pagué caro. A correr de nuevo!!! Siguiente punto de encuentro: km 24, en la Gran Vía, cerca de Bac de Roda.
Allí había un grupo animando que se dejaba la piel. Los corredores lo notaban y se mostraban sonrientes y agradecidos. Aquí ya empecé a disfrutar de mi Maratón.
Me ubiqué en el punto de encuentro, con tiempo de sobras para ver pasar a Alberto. Estaba sola....nadie animaba allí. Así que empecé a gritar, a aplaudir, a todos los corredores que pasaban. Dándoles palabras de aliento y si me daba tiempo de leerlo, dirigiéndome a ellos por el nombre que figuraba en el dorsal.
Yo he sido corredora y sé lo mucho que anima y arropa el público en ciertos momentos.
Y entonces....surgió la magia. Yo siempre he sido de "vivir" los acontecimientos deportivos, de dejarme la piel animando. Muchas veces los corredores te miran, te sonríen, te aplauden, te dan las gracias.... es su manera de hacerte saber que les estás sirviendo de ayuda. Lo que nunca me había pasado es que diversos corredores se me acercasen y me chocasen los cinco....sin yo poner la mano. Ellos vinieron a pedirla....a chocarla....a encajarla.... como muestra de gratitud. Y en esos momentos la emoción no se puede describir.
Nuevamente vi a Alberto!!!! Y volví a dejarme la piel!!!!! Que buen ritmo llevaba!! Y como sonreía al verme!!! Ese marchadoooooorrrrr!!!!!
Le vi pasar....e improvisé. Miré el mapa.... y lo vi claro. No iba a ir directa al km 32 como habíamos acordado. Si me daba prisa (si corría, vaya), podía interceptarle en el 27. Así que.... que demonios. Cogí la calle Selva de Mar y corrí para abajo!! Volé! Y llegué, sobrada de tiempo (siempre atenta al crono).
Magia de nuevo. Yo gritando a los corredores, dándoles apoyo.... y de repente un señor me mira, me sonríe y sin detenerse me grita: tu te mueves muy rápida! Yo me rio y le grito: no tanto como usted!!!!
No tiene precio! Y sin duda el mejor momento: la aparición de Alberto. La emoción en su mirada al descubrirme en un punto inesperado del recorrido. La inyección de energía que notó.
Y visto esto, decidí arriesgarme más. No iría al 32 todavía. Pararía en el 30 (sin correr...era en la acera de enfrente) y le esperaría. Su sorpresa fue mayúscula. Ahí si que no me esperaba!!
Eso sí, el precio fue alto. Tenía que llegar al 32 antes que él. Yo iba en línea recta.... él no. Pero igualmente..... buf... como corrí!!!
Y por supuesto, no fallé. Que cara de alivio puso al verme :-)
Diversos corredores que me habían visto en 3 puntos kilométricos diferentes, me reconocían y bromeaban. Volví a ver a aquel señor según el cual yo era muy rápida, y le grité: le veo en la meta!!!! No le vi.... espero llegase bien.
Me fui rauda a buscar el metro en Selva de Mar. De ahí a Plaza Espanya. A por la gloria!
Me costó llegar. El corazón latía muy rápido mientras esperaba. Se hacía eterno.... pero le vi. Y salté la valla para poder correr el último kilómetro con él. Le animaba, le gritaba, veía al público aplaudir y exclamar: mira!!! Uno que la hace marchando!!!
Cuanto mérito!!!
No me dejaron cruzar la meta.... me hicieron desviar antes... no en vano yo corría "la otra maratón" y aquel momento era el de los atletas, no el de los supporters.
Momentos inolvidables que se gravaron en mi memoria. No sé si volveré a "correr" otra maratón al lado de mi marido.... pero estoy segura de que a poco que pueda iré como público a animar, dar aliento y vivir a mi manera tan gran acontecimiento.
Mi enhorabuena y admiración a todos los atletas que participaron en esta prueba (a los que la acabaron y a los que cayeron por el camino). Así como mi enhorabuena también a los miles de acompañantes que nos dejamos la piel animando a atletas conocidos y desconocidos para poner nuestro granito de arena en esta proeza.
23 mar 2015
13 mar 2015
En la salud y en la enfermedad
La madre es madre para todo.... para los buenos y los malos momentos, cuando los peques están bien y cuando están mal, cuando están de buen humor y cuando no lo están.... Estar en todo y para todo.... va con el cargo!
Llevo un mes de estar a las duras y a las más duras. Y ahora, por fin empiezo a vislumbrar algo de luz al final del túnel.
Todo empezó cuando Erik agarró la gripe. A los pocos días Helia también agarró la gripe. Erik se rehízo relativamente rápido. A Helia le costó algo más.
Tener a los dos peques en casa es toda una prueba para casi cualquier familia. No en vano, el día a día laboral de los padres debe proseguir. Y clarísimamente, los peques al cole estando enfermos no pueden ir. Cuando los abuelos no viven en tu misma ciudad, la ecuación sin duda se complica.
Haciendo peripecias, y con la colaboración de abuelos y amigos, salimos adelante. Conseguimos organizarnos para poder seguir trabajando y dar a nuestros peques los cuidados necesarios.
El ritmo es agotador, cuando te levantas a las seis de la mañana, te vas a trabajar, vuelves, coges al peque de turno (al que está peor, al que no mejora, al que no le baja la fiebre), o los coges a los dos, y te vas al CAP, de urgencias. Tras esperas interminables, entre llantos, carreras y mocos (de tus hijos y de los del resto del vecindario), consigues que el médico te diga que se trata de un virus, que sigas con antitérmicos para controlar la fiebre y que si en un par de días no mejora lo vuelvas a llevar. Luego vuelves a casa, preparas cenitas y empiezas el turno de diversión... el que no puede dormir por culpa de la fiebre, la que quiere mimos... Y cuando logras que descanses y te dispones a dormir tu... sigue la carrera: a el uno hay que controlarle la fiebre a la una de la mañana, la otra se despierta a las 2 a 38.7 de fiebre, obviamente está asustada, no quiere volver a su cama.... Como máximo descansas un par de horitas.... y vuelta a empezar: las seis de la mañana :-(
Pero todo pasa, y llega un momento en que finalmente los dos peques están bien. Y una respira confiada y agradecida. Y entonces sucede lo inesperado: soy yo la que caigo.
El termómetro me sorprende indicándome que estoy a 39.5 de fiebre, algo que hacía muchos años no experimentaba. El médico te sentencia: gripe. Y te ves agarrando la baja, en casa, sintiéndote morir y con dos niños a cargo.
Gracias a la colaboración de marido, abuelos y amigos, sobrevives y te recuperas a medias, incorporándote antes de tiempo a tu puesto de trabajo.
Dos semanas después... por fin me siento bien!! Parece que me he recuperado del todo y estoy al 100%.
Mis peques siguen bien... y espero que dure! La luz brilla al final del túnel.
Tal vez la familia que enferma unida.... permanece unida? Si es así.... hemos pasado un mes de unión total!
Pero de nuevo puedo decir aquello de prueba superada!! Y madre... casi casi superada.... pero no!
Llevo un mes de estar a las duras y a las más duras. Y ahora, por fin empiezo a vislumbrar algo de luz al final del túnel.
Todo empezó cuando Erik agarró la gripe. A los pocos días Helia también agarró la gripe. Erik se rehízo relativamente rápido. A Helia le costó algo más.
Tener a los dos peques en casa es toda una prueba para casi cualquier familia. No en vano, el día a día laboral de los padres debe proseguir. Y clarísimamente, los peques al cole estando enfermos no pueden ir. Cuando los abuelos no viven en tu misma ciudad, la ecuación sin duda se complica.
Haciendo peripecias, y con la colaboración de abuelos y amigos, salimos adelante. Conseguimos organizarnos para poder seguir trabajando y dar a nuestros peques los cuidados necesarios.
El ritmo es agotador, cuando te levantas a las seis de la mañana, te vas a trabajar, vuelves, coges al peque de turno (al que está peor, al que no mejora, al que no le baja la fiebre), o los coges a los dos, y te vas al CAP, de urgencias. Tras esperas interminables, entre llantos, carreras y mocos (de tus hijos y de los del resto del vecindario), consigues que el médico te diga que se trata de un virus, que sigas con antitérmicos para controlar la fiebre y que si en un par de días no mejora lo vuelvas a llevar. Luego vuelves a casa, preparas cenitas y empiezas el turno de diversión... el que no puede dormir por culpa de la fiebre, la que quiere mimos... Y cuando logras que descanses y te dispones a dormir tu... sigue la carrera: a el uno hay que controlarle la fiebre a la una de la mañana, la otra se despierta a las 2 a 38.7 de fiebre, obviamente está asustada, no quiere volver a su cama.... Como máximo descansas un par de horitas.... y vuelta a empezar: las seis de la mañana :-(
Pero todo pasa, y llega un momento en que finalmente los dos peques están bien. Y una respira confiada y agradecida. Y entonces sucede lo inesperado: soy yo la que caigo.
El termómetro me sorprende indicándome que estoy a 39.5 de fiebre, algo que hacía muchos años no experimentaba. El médico te sentencia: gripe. Y te ves agarrando la baja, en casa, sintiéndote morir y con dos niños a cargo.
Gracias a la colaboración de marido, abuelos y amigos, sobrevives y te recuperas a medias, incorporándote antes de tiempo a tu puesto de trabajo.
Dos semanas después... por fin me siento bien!! Parece que me he recuperado del todo y estoy al 100%.
Mis peques siguen bien... y espero que dure! La luz brilla al final del túnel.
Tal vez la familia que enferma unida.... permanece unida? Si es así.... hemos pasado un mes de unión total!
Pero de nuevo puedo decir aquello de prueba superada!! Y madre... casi casi superada.... pero no!
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