El jueves de la semana pasada finalizaron mis vacaciones, y me vi volviendo a la rutina laboral. Rutina... por decir algo, pues de momento seguimos con el teletrabajo y vamos a la oficina uno o dos días a la semana...según te toque.
El caso es que este año solamente me tocaban tres semanas de vacaciones, debido a que me incorporé en febrero a mi puesto de mi trabajo... y no tenía derecho a más.
La primera estuvimos por casa, de desconexión y calma. La segunda nos fuimos, como ya te conté, a Llagunes, en busca de más desconexión, calma y sobre todo montaña. Y luego quedaba una tercera semana para disfrutar antes de la vuelta al curro.
O eso pensábamos... ilusos!
Llegamos a casa un jueves, y hasta el siguiente no trabajaba. El viernes hicimos una excursión por la montaña que tenemos cerca de casa...porque la echábamos de menos. Y aprovechamos para planificar lo poco que nos quedaba de disfrute.
No eran planes ambiciosos, pero si eran planes que permitían exprimir algo más los días libres en familia: ir a ver a los abuelos, hacer una excursión a un bosque que había visto que era muy bonito por internet, ir a visitar algún pueblecito que nos llamaba la atención, comer en casa de la abuela...
Pero... hace ya tiempo, en 2015, te hablé de como a veces me veía Superada por los deshacedores de planes, y aunque ya están algo más mayores...mis peques, aún siguen siendo expertos en la materia!
El viernes, tras la excursión, todo pintaba bien. Llegamos a casa, nos duchamos, comimos.... todo genial. Y de repente, justo antes de la cena... Erik empieza a quejarse de dolor de cabeza.
Le tomo la temperatura y compruebo que efectivamente, tiene fiebre. Así, sin más... de repente! Le di la apiretal correspondiente y todos pensamos que sería fruto del cansancio. En Llagunes nos metimos mucha caña con las excursiones... y aunque tenían ganas de más... tal vez con el calor de aquí... se había cansado demasiado.
Cuando me fui a acostar volví a mirar su temperatura...alta de nuevo. Como ya podía tomar otra dosis de antitérmico, se la di, y me acosté ya algo mosca con el tema.
Al día siguiente amanecía a 39 ºC. Estupendo...algo empezaba a decirme que las vacaciones habían terminado de forma abrupta y ya intuía que nuestros planes se estaban alejando a pasos agigantados.
A medio día acabamos en el CAP, de urgencias. Su fiebre subió a 39.5, y no había manera de bajarla. La apiretal no le había hecho nada, los paños fríos no funcionaban... y aquello seguía subiendo sin más. Llamé al centro de salud y nos dijeron que fuéramos de inmediato. Y allá fuimos... de excursión.
Tras explorarle y no encontrar "nada" raro, le hicieron la prueba del COVID. Y claro, hasta que no llegan los resultados... ya sabes... confinamiento. Todos en casa a la espera de saber si el peque era positivo o no.
Por el resto, lo típico: controlar su fiebre con antitérmicos y si pasaba de nuevo de 39.5 volver al centro de salud.
Y así pasamos el resto del sábado en casa... viéndolas venir. Nos dieron pautas para consultar los resultados de la prueba por internet, y nos dijeron que en 24-48 horas ya estarían. El domingo seguimos encerrados en casa (que bonitas las vacaciones!!!!), esperando los resultados.
Resultados que no llegaron hasta el lunes. Tuvimos suerte: el peque no tenía COVID. Pero claro... seguía enfermo. Y para colmo la peque se sumaba a la fiesta! No con febradas como su hermano, pero estaba a 36.9ºC, 37.1ºC... claramente destemplada.
Y seguíamos en casa. ¿Dónde íbamos a ir con semejante cuadro? La fiebre de Erik y la temperatura raruna de Helia duraron hasta bien bien el miércoles. En esos días Erik perdió el apetito, experimentó dolores fuertes de barriga y otros síntomas relacionados con el aparato digestivo.
Y así.... llegamos al jueves y tuve que irme a trabajar, porque sí, el primer día tras las vacaciones me tocaba ir a la oficina! Estupendito pues! Por suerte Alberto seguía de... ¿vacaciones? Bueno...más bien no trabajaba y podía cuidarles. Porque el ambiente muy vacacional no estaba.
Mi retorno al trabajo tampoco fue sobre ruedas. De 8 a 10:30 de la mañana no pudimos hacer gran cosa porque no funcionaba nada. Por algún fallo del servidor no iban los teléfonos, no había internet, y tampoco podíamos acceder a las carpetas y archivos para trabajar. Así que....allí estaba yo, sola en la oficina con mis dos jefas...sin que nada funcionase.
La semana acabó con Erik nuevamente en el médico el viernes, porque seguía sin recuperar el apetito y con su barriga sin acabar de dejar de doler. Al final ha hecho falta antibiótico, y por el momento seguimos haciendo vida casera hasta que se recupere algo más.
Así que mi última semana de vacaciones y mi reincorporación laboral han sido de traca! Y es que ya sabe...con los peques... pocos planes!
Ostras, eso sí que es un final de vacaciones accidentado. Por "suerte" no ha sido el maldito COVID, aunque bueno, si lo ha tumbado una semana tampoco será muy bueno. A ver si os mejoráis todos que ya estamos de descuento de cara a las próximas vacaciones!!! (optimismo ante todo.)
ResponderEliminarYa te digo si ha sido accidentado. Y si...COVID no era....pero el.pobre lo ha pasado fatal. Aún está con el antibiótico.
EliminarMe gusta tu filosofía! Vista puesta en los festivos más cercanos!!!
Abrazos
Vaya. Qué mala suerte. Un beso
ResponderEliminarYa te digo. Me robaron una semanita de vacaciones 😭
EliminarAinsss pobre!! Si es que los niños al final nos remueven todos los cimientos. Es pensar en algo y allá están ellos haciendo algo que nos lo cambia. Siento mucho que se hayan puesto malitos. Espero que ya esté mejor. Que os sea leve y que tu vuelta al curro sea positivo. Un besote guapa.
ResponderEliminarPues si...imposible hacer planes. Todavía está con antibiótico, pero ya está mucho mejor, gracias.
EliminarAbrazos
Pronta recuperación, y fuerzas para la vuelta al trabajo
ResponderEliminarMil gracias Rosa!
EliminarVaya putada la última semana de vacaciones. Pero me alegro de que fuera negativo en covid. Espero que ya estén mejor. Un abrazo!
ResponderEliminarYa te digo!!! Menuda semana vacacional...
EliminarPero sí, por suerte todo bien ya. Un abrazo