Parece que poco a poco toca volver a la nueva normalidad, a la realidad o como queramos llamarlo.
Este jueves, por lo pronto, me toca volver a trabajar en la oficina...de manera presencial.
En un principio será sólo un día a la semana....pero está previsto que si todo va bien, pronto volvamos dos días, e ir subiendo hasta abandonar el teletrabajo y volver a la jornada presencial.
La verdad es que no está mal...empezar con un sólo día a la semana para que así seamos unos 5 cada día en la oficina y resulte sencillo guardar las distancias. No es mal plan.
Pero he de reconocer que no me apetece en absoluto volver a la oficina. Sobre todo por la hora de camino que tengo hasta allí y del ratito que me tocará ir en el ferrocarril. Sé que el uso de mascarilla es obligatorio en el transporte público. Pero no puedo evitar agobiarme. Tendré que ir sujeta a la barra para no caerme...o sentarme... Y tras tanto tiempo de aislamiento y poco contacto, la perspectiva de estar en un lugar en el que suele haber mucha gente a la vez... me produce algo de ansiedad.
Soy muy consciente de que la vuelta a la normalidad es necesaria, no podemos quedarnos encerrados de por vida... y sólo será un día... así que espero de manera progresiva irme re-acostumbrando a estar rodeada de seres humanos y al transporte público.
La verdad es que las multitudes nunca me han gustado. Evito ir a calles donde se producen aglomeraciones, rara vez acudo a manifestaciones o conciertos, y cuando lo hago procuro estar en los "bordes" para poder salir rápido en caso necesario.
Y ahora, con la falta de contacto social... casi que ver diez personas juntas ya me produce ansiedad, la que antes sentía cuando me encontraba con 50 seres humanos en un mismo lugar. Cuestión de perspectiva.
Tenemos la suerte de vivir en los límites de la ciudad, a cuatro pasos del campo... y eso ha significado mucho en estos momentos en que era necesario mantener las distancias. Los paseos tranquilos por el campo con los peques han servido para cargar las pilas, lejos de personas y mascarillas.
Pero ahora tendré que sumergirme de nuevo en el ajetreo y el bullicio. Tendré que acostumbrarme a llevar la mascarilla 10 horas al día, desde que salga de casa hasta que vuelva a ella de trabajar. Si ya llevarla el ratito de ir al super o al centro de la ciudad me agobia, llevarla 10 horas va a ser duro. Sé que sólo será un día. Sé que hay muchas personas que la están llevando más horas al día, cada día, desde el primer momento.... Lo sé. Pero eso no quita que a mi se me haga pelín duro pensar en tener que acostumbrarme a ello.
Hacer entrevistas con mascarillas... con lo que me gusta a mi el "contacto cercano" con el usuario. Y ahora tendremos una nueva barrera entre ellos y nosotros. Pero habrá que acostumbrarse a esto también.
Espacios llenos de mamparas, geles, señalización para marcar límites, ausencia de elementos de decoración, protocolos infinitos de seguridad...
En fin, tocará hacer de tripas corazón e incorporarse a "filas". Bendita capacidad de adaptación!
Volver a la rutina ya cuesta. Un beso
ResponderEliminarYa te digo!! A ver si me adapto rápido!
EliminarAbrazos
Muchos ánimos! Todo irá bien, ya verás!!
ResponderEliminarGracias! No fue mal, pero el transporte público ya estresante de por sí... ahora lo es más.
EliminarAbrazos