Si sueles leer mi blog y me sigues en redes, ya sabrás que a mi hijo mayor le ha dado fuerte por el ajedrez, y que últimamente está jugando bastantes partidas de diversos campeonatos que se están celebrando.
Una de las que cosas que más me gustan del ajedrez, es que es una disciplina deportiva en la que los jugadores se acostumbran a respetar mucho.
En las partidas, los contendientes se dan la mano antes de empezar, y una vez finalizado el encuentro. Sea cual sea el resultado... al acabar, hay que dar la mano al rival. Es una manera de felicitarlo si te ha ganado, y de demostrarle respeto como jugador si perdió.
Una de las cosas que siempre hemos tratado de inculcar a nuestros hijos, desde bien pequeñitos, es el respeto por el otro. Por ello, desde que Erik empezó a participar en campeonatos, decidimos que era importante que aprendiera no sólo a perder (que es en lo que más solemos fijarnos), sino también a ganar.
Por ello, él ya sabe, que aunque haya ganado, siempre debe ofrecer la mano a su rival, y debe felicitarlo por su juego. No en vano, que haya perdido, no significa que no haya jugado bien, o que no se haya esforzado al máximo.
Erik sabe que no debe "regodearse" en su victoria, ni realizar comentarios que puedan sugerir que su rival ha jugado mal. Obviamente esto ha habido que explicárselo. Mi hijo no es precisamente de "fardar" de su éxito, ni de "humillar" al oponente. Pero cuando empezó a jugar, solía venir a comentar el resultado de la partida con su padre y conmigo. Y claro, entre sus comentarios bien fácil podía estar el destacar que su oponente había cometido un error, o que había perdido por "ilegales".... En seguida le hicimos notar, que el señor de al lado, bien podría ser el padre del otro jugador... y que tal vez le podía entristecer escuchar los defectos de juego de su hijo o su hija.
Suele pasar, que a veces, el padre de la pequeña o pequeño contrincante, se ubica justo al lado tuyo y vamos comentando la partida. De modo respetuoso, podemos comentar los aciertos del rival, los fallos de nuestro mini Kaspárov, o los del suyo! Pero los pequeños campeones, llevados por la euforia de la victoria, a veces no gastan el tacto del adulto.
Erik aprendió enseguida, a felicitar a sus rivales, y a esperar a salir a la calle, para ya libre de escuchas, comentar a placer sus partidas.
Para dar ejemplo, siempre que nos es posible, tanto papá como yo, solemos felicitar a sus rivales por su juego. Aunque hayan perdido, siempre tenemos una palabra de apoyo para ellos, cosa que suelen agradecer. Cuando felicitas a un niño que ha perdido, su mirada adquiere un brillo distinto.
Cabe decir, que aunque en el ajedrez hay mucho respeto...siempre encuentras al niño que cuando gana no da la mano, al que directamente se ríe del que ha perdido... o al "super padre" que haciendo alarde de su "saber estar" felicita a su hijo ganador comentando que el otro pequeño no estaba a la altura, o que "hay que ver lo mal que jugaba".
Pero en fin... yo educo a mis hijos para evitar que se conviertan en ese tipo de adultos. A más no puedo llegar....
Podríamos decir que esta lección, la de aprender a ganar, es la fácil (aunque no sea sencilla), y que luego está la difícil, la de aprender a perder.
Perder no le gusta a nadie... pero para que haya un ganador, siempre tiene que existir aquel que pierda.
Mi hijo es de los que gana más que pierde. Y esto... esto es un problema. Porque claro, llega un momento en que parece que vaya a ganar siempre.... y nadie, nadie gana siempre. Así que cuando pierde, le pilla como un poco por sorpresa, y su auto decepción es más grande.
De modo que, papá y yo tenemos la misión de acompañarle en sus derrotas, para que aprenda a encajarlas, y las tome como lo que son: parte indispensable del proceso de aprendizaje y mejora.
Lo primero que hago cuando mi hijo pierde es felicitarle. Del mismo modo que felicito a los niños que pierden contra él... creo que si es él quien pierde, también hay que felicitarle y resaltar lo orgullosa que me siento.
Y es que yo creo que no sólo hay que felicitarle cuando gane... o sentirse orgullosa de sus victorias... Puede que haya perdido, pero ha puesto en la partida todo su empeño e ilusión, y merece ser felicitado por ello.
Si sólo lo felicitamos cuando gana, si sólo nos sentimos orgullosos de sus triunfos... le haremos avergonzar de sus derrotas, ocultarlas, y que sienta que nuestro apoyo o nuestro cariño están condicionados a su "éxito". Y no es eso lo que quiero transmitirle.
He visto a padres reírse de sus propios hijos cuando han perdido, he visto a padres decirles que han jugado fatal, que a ver si el próximo día se centran.... Eso cuando acaban de perder. Si les miras a los ojos les ves romperse por dentro... ves su dolor. En serio.... no riñas a tu hijo por errar, no te burles... porque todos nos equivocamos, errar es humano.
Cuando pierdes aprendes más que cuando ganas. Porque te centras más en analizar la partida, en ver que podías haber hecho mejor, y te motivas en superarte para la siguiente. Mientras que al ganar... a veces sólo nos centramos en disfrutar de la victoria, y nada más.
Mi hijo se exige mucho a sí mismo, así que sólo falta que nosotros le metamos presión.
Cuando pierde, también buscamos a su rival para felicitarle si es posible (algunos niños marchan tan rápido que no te da tiempo de hacerlo). Así le mostramos a nuestro hijo, que aunque haya perdido, no hay motivo para "huir" cabizbajo. Hay que reconocerle al oponente su mérito y su buen juego, que en esa ocasión, ha estado por encima del propio.
Cuando felicitas a un niño que ha ganado, siendo los padres del vencido, suele poner cara de sorpresa. Pero normalmente, enseguida se reponen, y suelen reaccionar felicitando a nuestro pequeño y destacando alguna jugada buena que ha hecho.
Así ambos niños se sienten mejor... uno con su victoria merecida, y el otro siendo reconocido como buen jugador pese al resultado final.
Ya en casa, si el peque lo pide, le ayudamos a analizar la partida, para que vea donde se ha podido equivocar, o como pudo haber mejorado su juego.
A veces, tras una partida que puede haber durado una hora y media.... al ser derrotado, las lágrimas no se pueden contener. Pero arroparle en esos momentos, va haciendo que poco a poco, los resultados no deseados sean mejor asimilados.
Enseñando a nuestros hijos a ganar y a perder, les ayudamos a crecer. Porque hoy pierden al ajedrez, pero mañana suspenderán un examen o les dejará una novia... y también tendrán que enfrentarse a ese tipo de "derrotas!.
Los valores que le estáis inculcando, a mi parecer, son los correctos.
ResponderEliminarYo con Nathan intento lo mismo, aunque la verdad, en el fútbol, me está costando un poco más, porque siempre está el típico que le da una patada sin que tenga ni siquiera el balón y claro, decirle tú tienes que tener deportividad y tal, cuando le está doliendo la pierna horrores.... pero bueno, estamos en ello.
Estoy de acuerdo contigo,es muy importante, como tú dices enseñarles tanto a ganar como a perder.
El fútbol es caso a parte. Cuesta mucho enseñar valores en un deporte en el que hay todavía mucha faena por hacer en ese sentido.
EliminarEspero que tengáis éxito con vuestro peque!
Un abrazo
Hola!!!
ResponderEliminarMuy buen articulo. Este es un tema super importante y muy olvidado. En casa acostumbramos a nuestros hijos a que siempre salgan victoriosos, a que sean los primeros en todo, etc sin darnos cuenta el daño tan grande que le hacemos. Asi el dia que esten en un colectivo no querrán compartir, tomar turnos y mucho menos perder.
BUen tema !!!
Saludos :) :)
Llevas toda la razón. A veces, con afán de protegerlos y hacerlo todo más fácil, les acostumbramos a ganar, sin darnos cuenta que eso les crea una falsa realidad....ya que cuando jueguen con sus compañeros éstos no les van a perdonar y probablemente pierdan. Hay que acostumbrarles un poco a todo...para que puedan hacer frente a todo con naturalidad.
EliminarUn abrazo
Ay, esos son los valores!!!!
ResponderEliminarEso creemos y tratamos de transmitirlos al máximo!!!
EliminarSon unos valores que para mí son de los más importantes para crecer como personas. En los últimos tiempos he visto a padres darles la razón a sus hijos de 8 o 9 años cuando salían del colegio diciendo que tal niño o niña les había ganado teniendo más nota que ellos, y los padres en vez de inculcar buenos valores, animarlos para que fueran más competitivos. No digo que la competencia sea mala, si es bien entendida, pero que sea de esa forma crea a niños un tanto déspotas.
ResponderEliminarBueno, que lo dicho, muy buena reflexión como siempre y ole por cómo enseñas a tus hijos 😘
Mil gracias por tus palabras! Competir es importante... y a todos nos gusta ganar. Pero hay que aprender a no perder la humildad y saber enfrentar cualquier resultado, que la vida no siempre nos va a venir de cara.
EliminarUn abrazo fuerte!
¡Claro que si! Como me decían a mi pequeña: No es cuestión de ganar o perder si no de participar y pasarlo bien sea cual sea el resultado :)
ResponderEliminar¡Buen post!
Exacto! Gran frase de madre: lo que cuenta es participar.
EliminarY es que el foco no debería ponerse en el resultado... o al menos no solamente en el resultado...sino en el proceso: en el aprendizaje, en la diversión, en las relaciones que se establecen con los compañeros...
Gracias por tu comentario! Abrazos