Hay días en que todo se reduce a eso... a esa sensación de fundido en negro, como si alguien hubiese bajado el telón y no pudieras ver nada más allá de tu nariz.
La semana pasada pude disfrutar de tres días de fiesta. Erik participaba en una cantata interpretada por todos los niños que hacen segundo de primaria en el pueblo. Era en horario de mañanas, y para poder asistir sin problemas me cogí el día de fiesta. Al caer entre semana, pensé en añadir dos días más de vacaciones... y así ya lo unía con el fin de semana y tenía cinco días de descanso y desconexión.
La cantata fue espectacular, y la disfrutamos muchísimo. Nos sorprendió para bien, tanto en organización, como en la calidad de la interpretación. Ver a 300 niños en el escenario, cantando todos a una... es como para que la piel se te ponga de gallina.
Al día siguiente, los peques tenían cole y pensé en aprovechar la mañana para hacer algo útil: entregar la documentación para tramitar la discapacidad de Erik.
Al haber perdido prácticamente la totalidad de audición del oído derecho, es un trámite que hay que hacer.
Había mirado por internet donde tenía que ir a entregar los papeles, tenía el informe médico preparado y con todo ello me dirigí al ayuntamiento del pueblo. Quería ir sola... no sé porque... pero necesitaba responsabilizarme yo del trámite. Supongo que porque desde la operación... no he podido casi acompañar al peque al médico (debido al horario laboral), y he tenido que delegar muchas cosas en Alberto. Y esto... esto quería hacerlo YO. Es más, cuando me pedí los días de fiesta, ya lo hice con esa secreta intención.
Por suerte, Alberto se empeñó en acompañarme, para aprovechar y dar un paseo en pareja, y hacerlo todo más llevadero.
Cuando llegamos al ayuntamiento tuvimos que hacer cola para acceder al mostrador. Yo busqué los papeles en el bolso, y volví a consultar el papelito donde me había apuntado el departamento por el que tenía que preguntar. No quería equivocarme.
Por fin llegó nuestro turno y pregunté por el departamento en cuestión. Para mi sorpresa y frustración, la amable persona que atiende en recepción, me informó de que ese departamento sólo atiende un día a la semana en horario de 9 a 13 horas. Y sí, lo has acertado... no atendía ni ese día... ni al día siguiente que yo también tenía fiesta.
Le expliqué a la chica el trámite que quería hacer... y que me había cogido fiesta para realizar la gestión.... pero obviamente su respuesta no cambio. El departamento que lo llevaba sólo atendía en ese horario un único día a la semana... Increíble pero cierto.
Salí del ayuntamiento atropelladamente, seguida por Alberto que trataba de calmarme... yo no lo escuchaba. A duras penas conseguí llegar a un banco que hay junto a la entrada... y me desplomé. El bolso cayó a un lado, los papeles a otro... y Alberto lo recogía todo mientras me decía: dime lo que estás pensando... tranquila... habla conmigo.
Pero yo no podía hablar... todo estaba fundido en negro... de nuevo... fundido en negro. Las lágrimas volvían a resbalar por mis mejillas, y mis pulmones rechazaban el aire que yo intentaba hacerles llegar. Ansiedad... de nuevo...ansiedad.
Sí, sé que no pasa nada... sé que no es el fin del mundo.... Puedo volver a pedir fiesta de aquí un tiempo en "el día adecuado", o puede llevar los papeles Alberto algún día que tenga libre, o incluso los podrían llevar los abuelos o algún amigo de la familia.... Pero es que quería hacerlo YO, necesitaba hacerlo YO.
Necesitaba sentirme útil, sentir que podía ayudar a mi pequeño en algo. Necesitaba que algo relacionado con este tema saliera bien a la primera, no a la segunda ni a la tercera.... No necesitaba acumular otro "lo siento pero" en mi colección de sucesos vinculados a la oreja de mi hijo.
Pero la vida es así, imprevisible supongo. Y desde el jueves ando ausente, fundida en negro, tratando de seguir adelante sin más.
Y paso las horas en mi refugio, mi rincón de no pensar... la mesita de mis hijos en la habitación de la entrada, donde pieza a pieza avanzo en un puzzle y libero mi mente y mi espíritu.
En el trabajo no acabo de encajar, y a mi alma le faltan piezas... sin embargo con un puzzle todo es perfecto, todo tiene un orden y un lugar y aunque cueste todo acaba por encajar.
Y Alberto estaba a tu lado.
ResponderEliminarLo sacarás adelante, como todo lo que te propones.
Besos
Por suerte... siempre a mi lado. Un abrazo!
EliminarÁnimo!!! seque es más fácil decirlo que hacerlo. To estoy en un momento de mi vida que también me siento algo superada por todo lo que sucede a mi alrededor, pero ya verás como poco a poco aunque cueste, se irá solucionando.
ResponderEliminarUn beso!!
https://similocuramedeja.blogspot.com.es/
Ay...esos momentos que pasamos a veces... Y es que aunque siempre hay una luz al final del túnel a veces cuesta de ver la jodía!
EliminarUn abrazo