La madre es madre para todo.... para los buenos y los malos momentos, cuando los peques están bien y cuando están mal, cuando están de buen humor y cuando no lo están.... Estar en todo y para todo.... va con el cargo!
Llevo un mes de estar a las duras y a las más duras. Y ahora, por fin empiezo a vislumbrar algo de luz al final del túnel.
Todo empezó cuando Erik agarró la gripe. A los pocos días Helia también agarró la gripe. Erik se rehízo relativamente rápido. A Helia le costó algo más.
Tener a los dos peques en casa es toda una prueba para casi cualquier familia. No en vano, el día a día laboral de los padres debe proseguir. Y clarísimamente, los peques al cole estando enfermos no pueden ir. Cuando los abuelos no viven en tu misma ciudad, la ecuación sin duda se complica.
Haciendo peripecias, y con la colaboración de abuelos y amigos, salimos adelante. Conseguimos organizarnos para poder seguir trabajando y dar a nuestros peques los cuidados necesarios.
El ritmo es agotador, cuando te levantas a las seis de la mañana, te vas a trabajar, vuelves, coges al peque de turno (al que está peor, al que no mejora, al que no le baja la fiebre), o los coges a los dos, y te vas al CAP, de urgencias. Tras esperas interminables, entre llantos, carreras y mocos (de tus hijos y de los del resto del vecindario), consigues que el médico te diga que se trata de un virus, que sigas con antitérmicos para controlar la fiebre y que si en un par de días no mejora lo vuelvas a llevar. Luego vuelves a casa, preparas cenitas y empiezas el turno de diversión... el que no puede dormir por culpa de la fiebre, la que quiere mimos... Y cuando logras que descanses y te dispones a dormir tu... sigue la carrera: a el uno hay que controlarle la fiebre a la una de la mañana, la otra se despierta a las 2 a 38.7 de fiebre, obviamente está asustada, no quiere volver a su cama.... Como máximo descansas un par de horitas.... y vuelta a empezar: las seis de la mañana :-(
Pero todo pasa, y llega un momento en que finalmente los dos peques están bien. Y una respira confiada y agradecida. Y entonces sucede lo inesperado: soy yo la que caigo.
El termómetro me sorprende indicándome que estoy a 39.5 de fiebre, algo que hacía muchos años no experimentaba. El médico te sentencia: gripe. Y te ves agarrando la baja, en casa, sintiéndote morir y con dos niños a cargo.
Gracias a la colaboración de marido, abuelos y amigos, sobrevives y te recuperas a medias, incorporándote antes de tiempo a tu puesto de trabajo.
Dos semanas después... por fin me siento bien!! Parece que me he recuperado del todo y estoy al 100%.
Mis peques siguen bien... y espero que dure! La luz brilla al final del túnel.
Tal vez la familia que enferma unida.... permanece unida? Si es así.... hemos pasado un mes de unión total!
Pero de nuevo puedo decir aquello de prueba superada!! Y madre... casi casi superada.... pero no!
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