10 oct 2017

No sé pedir ayuda

Pedir ayuda debería ser algo fácil, no? Te das cuenta de que hay algo que no puedes hacer tu solo... o que sería mejor hacerlo entre dos... te acercas a alguien y le pides que te ayude. A priori no parece tan complicado.

Pero a mí... me cuesta. Y es que hace ya años que constaté y me di cuenta de que no sé pedir ayuda. Dicen que nadie nace enseñado, y que todo se aprende. Y tal vez yo debería ir aprendiendo ya, a mis 38 años de edad, esta lección, que me haría poder vivir un poquito mejor.

Nunca he tenido problemas para ayudar a la gente que me lo ha pedido, e incluso a personas que no me lo habían pedido! Si he visto que alguien necesitaba una mano, y que yo podía dársela, lo he hecho, sin más.
Me ha dado igual, si se trataba de un desconocido que trataba de bajar su carro de la compra por las escaleras del metro, o si era una amiga la que me pedía ayuda para terminar un trabajo. A veces, incluso, he llegado a ayudar a alguien por encima de mis posibilidades. Es decir, llegando tarde a algún sitio, por invertir tiempo en ayudar a una persona, o haciendo peripecias espacio-temporales, para estar junto a una amiga que me necesitaba. He cambiado mi turno de trabajo por hacer un favor a una compañera, aún cuando tenía médico ese día... y he tenido que anularlo para poder serle de ayuda. Y lo he hecho feliz, sonriendo, contenta por ser útil al prójimo.

Pero ay... cuando las tornas se cambian y soy yo la que tiene que pedir ayuda... ahí es todo bien distinto. Pues no sólo no la pido... sino que incluso he llegado a rechazar la ayuda que me han brindado!!! Increíble pero tristemente cierto.

Es el colmo de la "estupidez", lo sé, pero lo he hecho y a día de hoy aún lo sigo haciendo, sorprendiendo a quienes me rodean.... e incluso a mí misma.

Salgo justa de tiempo de trabajo, y una compañera se ofrece a llevarme en coche a la estación... y de mi boca sale un: no, no te preocupes, si seguro que llego! Obviamente, mi compañera se encoge de hombros y se marcha.... (tal vez pensando un "tú sabrás") y yo.... yo me dejo la vida corriendo para perder el ferrocarril y acabar llorando por los rincones de la estación, mientras miro nerviosa el reloj, previendo que llegaré tarde al cole a por los niños.

O esa amiga que te dice: "si quieres me quedo un rato con los niños mientras vas al médico", y de tu boca sale un: "no hace falta" y te marchas con ellos hacía el caos.... Cuando sabes perfectamente, que SÍ, si hacia falta! O al menos facilitaba mucho las cosas!

Y aún peor, ese día que tu marido te dice: "ya baño yo a los niños", y nuevamente tu estúpida bocaza se abre y suelta: "tranquilo, si yo ya puedo". Ya... y claro que puedo... pero él también.... y se estaba ofreciendo!

El otro día, mi cuñada.... sí... esa que me ha ofrecido ayuda también mil veces, y se la habré rechazado 999 (creo que una vez me dejaste una goma de pelo.... y la acepté!) me hablaba de este tema... de mi incapacidad ya no sólo para pedir ayuda... sino para aceptarla. Y me hacía ver que cuando rechazo la ayuda sincera que muchas veces la gente me ofrece... sin quererlo y sin ser consciente, les hago daño.

Siempre rechazo la ayuda, porque me sabe mal molestar. No quiero que otras personas tengan que hacer lo que presupongo es mi obligación o lo que considero podría hacer yo. Y para no ser una carga o una molestia... ni pido ni acepto ayuda. Lo curioso es que cuando yo ayudo a alguien... nunca pienso que sea una carga o una molestia. Así que no entiendo porque mi mente cree que alguien lo va a pensar de mí.

Por otro lado, nunca me había planteado que siente una persona, cuando te ofrece ayuda y la rechazas. Siempre he pensado que sentiría alivio... por no tener que cargar con "mis cosas" o "mis responsabilidades" o vete tu a saber que... pero mi cuñada me hizo verlo distinto. Si una persona me ofrece ayuda, porque me quiere; porque ayudarme y estar a mi lado haciéndome más llevadera una tarea la hace sentir bien; porque disfruta ayudándome (como yo disfruto ayudando a los que quiero); y yo rechazo esa ayuda, puedo estar hiriendo a esa persona. Puede sentir que desprecio su ayuda, que no la considero válida para la tarea, o que no le tengo aprecio.

Trato de pensar en como me sentiría yo si alguien a quien quiero no me dejase ayudarle nunca... si día tras día me dijera: no, gracias, no hace falta. Y pienso que me sentiría mal... y que al final, sin lugar a dudas, dejaría de ofrecerle mi ayuda. Y que me la pida cuando la necesite!

Pero claro... hay quien cansado de mis negativas ha dejado de ofrecerme ayuda... imagino que pensando eso... que si la quiero ya la pediré. Y eso me lleva al principio... a mi incapacidad para pedir ayuda. Y así, cargo innecesariamente con un peso excesivo y me voy quedando sola.

No quiero quedarme sola. No quiero cargar con más de lo que puedo llevar. Si siempre le digo a la gente que puede contar conmigo, si les digo a mis hijos que pidan ayuda si la necesitan.... tal vez va siendo hora de que me aplique a mí misma el cuento, no?

Porque sí, necesito ayuda. Soy humana. No puedo con todo. Y si me quieres ayudar... esta vez prometo esforzarme de veras por cerrar la boca y aceptar la mano que me tiendes con una sonrisa. No va a ser fácil, pero si quiero ser un poquito más feliz y disfrutar más de la vida... sin duda, este absurdo debe cambiar.

Y tú? Eres de l@s que les cuesta pedir o aceptar ayuda? O ya aprendiste esta gran lección de vida?

14 comentarios:

  1. Leyendote he pensado que parecemos siamesas en esto de no saber pedir ayuda. Me pasa igual!!!! Y pienso lo mismo, por que otro tiene que cargar con mis responsabilidades? Seguro que cuando le digo 'no hace falta' se siente aliviado. Nunca pido ayuda. Y cuando la tengo que pedir por que ya no me queda otra, me siento fatal. Me sabe mal, me da vergüenza... es algo que como muy bien dices deberiamos cambiar. Un abrazo!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Pues sí, deberíamos tratar de cambiarlo... porque si nosotros no pensamos mal de quien nos pide ayuda, lo más probable es que quien nos la ofrece o al pedirla nos la de, tampoco piense mal de nosotras y lo haga de corazón.
      Somos un caso! Un abrazo fuerte siamesa!

      Eliminar
  2. Te entiendo tanto, a mi me cuesta mucho trabajo pedir ayuda, soy más de ayudar y jamás me había planteado el cómo se siente la parte negada, quizás es hora de recapacitar. Sé que no me conoces pero ya te dije en twitter que tienes mi móvil y que si necesitas hablar puedes hacerlo cada vez que quiera. En la distancia también se pueden hacer grandes lazos de amistad. Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. En la distancia a veces es todo más fácil, no? Yo tampoco me había planteado lo de la "parte negada", pero cuando me puse en ese lugar, no me gustó lo que vi, y no me gustó sobretodo el como me vi...
      Abrazos y gracias!

      Eliminar
  3. Recapacitaré sobre lo que te ha dicho tu cuñada. Yo, a veces, no se aceptar ayuda. Una vecina tiene a su niña en el mismo colé y misma aula que mi Cronopio y ella sabe que yo no manejo, y se ha ofrecido a llevarme y traerme. La semana pasada no estuvo Mi Churri en la ciudad y yo, todos los días, preferí tomar Uber, que dar molestias.

    Quizá es que nos han educado, no sé quién, que debemos ser autosuficientes y, quizá, pedir ayuda o aceptarla, nos haría ver cómo vulnerables o con alguna carencia.

    Yo ayudo cuando me lo piden. Pero hubo una vez en el colé de mi hijo cuando había un evento especial, que por ayudar a una madre llegue tarde y no pude ver a mi hijo cantar,ni el me vio ahí. Me dolió mucho. Desde entonces he pensando que podré ayudar a alguien pero nunca voy a sacrificar algunas cosas, en este caso el tiempo con mi hijo, saludos!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuantas cosas interesantes! Siempre pensamos que "molestamos" a quien nos ayuda, pero no tiene porque ser así! Si realmente se ofrecen a hacerlo, tal vez disfruten de nuestra compañía mientras nos ayudan y les guste vernos felices, no?
      Creo que la cosa funcionaria mejor si todos fuéramos más "sinceros" por así decirlo. Si supiéramos negarnos a ayudar a alguien (cuando realmente no nos va bien) y ayudásemos a quien de verdad nos apetece y no nos es molestia hacerlo. Si hubiera ese grado de sinceridad y se eliminase el "compromiso", cuando alguien nos ofrece ayuda, estaríamos seguros de que lo hace porque puede y quiere, y no por compromiso o quedar bien.
      El mundo iría mejor si todos supiéramos expresar mejor lo que sentimos y pensamos, de modo respetuoso por supuesto para con los demás.
      Un abrazo

      Eliminar
  4. Cómo te entiendo 😟 , me muero por complacer a los demás pero cuando son los demás los que quieren complacerme.... Ufff cómo me cuesta...
    Yo también me he propuesto dejarme ayudar,no decir enseguida "No,no hace falta", porque como bien dices Sí hace falta, sí nos hace falta.
    Ánimo!! De todo y de todos se aprende!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. A veces pensar antes de hablar es muy útil! Deberíamos pararnos y pensar: realmente necesito esa ayuda? Me iría bien? Pues entonces la acepto!
      En lugar de poner el piloto automático y decir que no a todo lo que nos ofrecen.
      Pero aprenderemos! Besos!

      Eliminar
    2. A mi también me cuesta... ay

      Eliminar
    3. Al final acabaré preguntándome lo contrario... alguien a quién no le cueste pedir ayuda en la sala?
      Un abrazo

      Eliminar
  5. Ay Vanesa, cómo me suena y mira cómo he acabado yo nena... Pide ayuda, haz hasta donde llegues, no llegues a mi situación...

    Besitos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Es una senda difícil de transitar y salir de ella tampoco es fácil.
      Pero seguro encontramos la manera.
      Un abrazo muy muy muy fuerte

      Eliminar
  6. Bueno veo muchas siamesas mías por aquí!!!!
    Muy útil esto que expones la verdad, yo tampoco lo había pensado desde el punto de vista de la persona que ofrece ayuda y es "rechazada", tengo que darle unas vuelta a eso yo también.
    Yo tengo varios frentes, por un lado a mi pareja prefiero no pedirle ayuda porque la mayoría de las veces cuando hace algo su humor cambia y no me apetece aguantarle. Cuando se ofrece... pues creo que me he instalado en lo mismo, mejor no que luego paso de morros.
    Con respecto a gente más lejana, creo que coincido con La Moleskine de Mamá en que influye el no parecer débiles, el llevar la autosuficiencia por bandera. Nos encontramos en una generación de transición en la que las mujeres ya no somos el sexo débil y estamos encontrando un nuevo sitio, en este nuevo "recoloque" nos hemos ido al extremo opuesto, podemos con todo, no necesitamos a nadie... Y, como casi siempre, en el justo medio está la virtud. Supongo que poco a poco, porque tampoco es cuestión de aceptar la ayuda (o pedirla) cuando ya estamos superadísimas.
    Ale, ya tenemos un tema para un grupo de coach!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Cuantas cosas en común Alba!!!
      Se juntan tantas cosas bajo el : no necesito ayuda. Tantas, que tirar de la manta asusta a veces.
      Como bien dices, encontrar ese punto medio, donde sentirse a gusto y no llegar al límite de las fuerzas, sería lo más deseable y saludable.
      Lo buscamos?
      Un abrazo

      Eliminar

Por la entrada en vigor del Reglamento General de Protección de datos te informo que al pulsar en el botón de "publicar" estarás aceptando la política de privacidad de este sitio.
La única finalidad es gestionar y moderar los comentarios. Tus datos estarán ubicados en los servidores de Blogger y no serán utilizados con fines comerciales ni publicitarios.
Responsable: Vanesa A.
Contacto: diariodeunamadresuperada@gmail.com