Hace unos días saltó a los medios la noticia de Harvey Weistein, y el tema del abuso y el acoso sexual llenó las redes sociales. Utilizando el hastag Yo También, muchas mujeres confesaban haber sido víctimas de incidentes de índole similar.
En ese momento, como mujer que soy, me hice la gran pregunta: ¿ yo también?
Mi respuesta fue rotunda en el interior de mi mente: No, yo no.
Qué suerte la mía... yo no había tenido que padecer nada de eso! Pero... y siempre hay un pero... una serie de recuerdos y distintas situaciones se vinieron a mi cabeza... y pasé a hacerme otra pregunta: ¿Qué se considera abuso sexual? ¿Qué se considera acoso sexual? ¿Dónde está el límite entre lo aceptable y lo que no lo que es?
Y entonces... en mi cabeza saltó la alarma... Mierda... yo... yo también!
Recordé cuando iba y volvía de la facultad todos los días. Recordé que los vagones de metro solían ir muy llenos... y recordé aquel día... en el que de repente note que alguien entraba en contacto con mi cuerpo. No era el típico roce de "no cabe un alfiler en el vagón" y nuestros cuerpos contactan accidentalmente porque no hay remedio. No... no era eso... era distinto... distinto y asqueroso. Aquel tipo estaba "contactando conmigo" de manera totalmente deliberada. Cada vez había más contacto y "sobeteo". Recuerdo que me giré y me di de bruces con su sonrisa... ah, aquello era divertido? Para uno de los dos sí... pero por desgracia no para mí.
No grité, no dije nada, no busqué ayuda... miré al suelo... avergonzada. ¿De qué? No lo sé... de que me pasase a mí... supongo.... No me atrevía a bajarme del vagón... por si él también bajaba y me perseguía... Recuerdo que llegué a mi parada, y entonces me bajé, salí corriendo del vagón... y corrí por el andén con el corazón a mil. No creo que me siguiera... en el vagón seguro que podía encontrar más "diversión", pero yo corría igual... sin parar.
Luego recordé aquel otro día, en que volvía en tren de ver a una amiga en Vilanova. El tren estaba bastante vacío... y en la fila de asientos se sentó un individuo, por llamarle de algún modo. Recuerdo que me miraba y me hacía sentir incómoda... aunque no sabía porque. Luego... luego lo vi. Se había sacado el pene y estaba allí... a lo suyo... mirándome. Clavé la vista en mis pies. De nuevo el miedo. No había más gente en el vagón. Me daba miedo levantarme y que entonces me atacase o me siguiese... así que me limité a mirar al suelo y esperar. Subió más gente... e imagino que desistió en su actividad. No lo sé. No levanté la cabeza hasta llegar a mi parada. Donde nuevamente bajé corriendo del tren y seguí corriendo entre lágrimas hasta mi casa.
Recuerdo haber corrido más veces, por la calle... cuando algún tipo me había increpado... y yo corría y trataba de buscar calles más concurridas, donde me dejase en paz. Recuerdo una vez que un tipo paró su coche a mi lado en plena calle y me ofreció dinero... dinero!!! Tendría 18 años y estaba junto a un centro comercial... esperando a una amiga...
Recuerdo aquel taxista que paró su vehículo en un descampado y se giró y se quedó mirándome. Por suerte no iba sola... iba con una amiga que dormía a mi lado en el asiento de atrás... y le dije que o arrancaba y me llevaba de inmediato a mi casa o allí mismo le juro que lo mataba. Recuerdo que me miró estupefacto (no sé que esperaba... pero me temo que esa respuesta no) y que riendo me dijo: tu te lo pierdes!. Nos llevó a casa de mi amiga. La dejé allí... y corrí por la calle los 15 minutos que me separaban de mi casa... nuevamente aterrorizada.
Y podría seguir recordando, muchas cosas más.
Y primero pienso: bueno... no me pasó nada! No es tan grave!
Pero... donde está el límite? ¿Por qué tuve que pasar miedo tantas veces? Y lo que me queda por pasar... Por qué estas cosas se consideran normales? Por qué yo misma, cuando lo pienso, concluyo que sólo me ha pasado "lo normal"? En serio.... ¿esto es lo normal?
Es lo normal porque por desgracia es lo que nos ha pasado a la mayoría... pero no debería serlo! Me niego a que lo sea! Esas cosas NO deberían haberme pasado... ni a mí, ni a nadie! Porque no son normales. No deberíamos verlas como normales.
Así que sí... mal que me pese... Yo también.
Espero que dentro de 20 años... mi hija no tenga que mirarme a los ojos y decirme esas malditas dos palabras.
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Hola, Vanesa,
ResponderEliminarGracias por este post. No, no es normal que tuvieras que pasar por esas situaciones. Por desgracia, la mayoría de las mujeres hemos tenido que pasar por ahí. Yo también escribí #yotambién. No es fácil escribir algo así. El acoso está normalizado, pero no quiere decir que sea lo normal.
Esta campaña sirvió para poner de relieve lo que tenemos que vivir por desgracia las mujeres. Por tu hija, y por todas nuestras amigas, compañeras, hermanas... seamos valientes y pongamos estas situaciones al descubierto!
Un abrazo.
Gracias por tu comentario! Definitivamente no hay que normalizar lo que no debería ser normal.
EliminarQueda mucho por cambiar!
Un abrazo