18 may 2020

Cuanto vale una vida?

¿Qué precio se le pone a una vida? ¿Cuánto dinero estaríamos dispuestos a gastar?

Son preguntas difíciles de responder, ¿verdad? Y si te dijera que hablamos de una vida animal...¿Qué precio tiene la vida de una mascota? 

No es nada fácil poner un límite en este sentido, y saber hasta donde va a ser capaz de llegar uno por salvar la vida a un compañero de vida de cuatro patas o un par de alas.

Yakari


Este verano hará ya seis años que en casa compartimos vida con una linda conejita de la raza belier, Yakari.

He de decir que Yakari no es la mascota que yo habría elegido, y que ha resultado ser un animal bastante poco expresivo y cariñoso. Pero pese a todo... son seis años de vivir bajo un mismo techo, de alimentarla a diario, de mirarla, de hablarle, de comprarle caprichitos... seis años.

Pese a su carencia de voz (los conejos son mudos) y su rostro poco expresivo, Yakari se hace de querer, y se ha hecho un lugar en nuestros corazones. 

El año pasado tuvimos que someterla a una intervención y a un tratamiento largo y cansino... pues cogió una bacteria que es propia de los conejillos y es tremendamente difícil de combatir. Le salían heridas en las patas y en otras zonas de su cuerpo... y costó horrores acabar con ello. Cuando una herida curaba....le salía un nuevo "brote" en otra pata.... 

Por suerte, tras un mes de tratamiento, de inyecciones, y de curas diarias... Yakari sanó
Erik acariciando a Yakari en la terraza

He de admitir que fue en ese momento donde nació una verdadera admiración hacia ella por mi parte. Le vi heridas muy feas... y mientras la veterinaria y nosotros en casa la curábamos, jamás hizo el ademán de mordernos. De escapar sí. Nunca le ha gustado que la cojan y la toqueteen... pero de defenderse de los que sin duda le causábamos dolor...no.

A principios del mes de abril, días antes de Semana Santa, empecé a notar un extraño olor en mi casa. La jaula de Yakari está al lado del sofá, justo al lado de donde yo me siento... y mientras veía la tele... notaba un extraño olor. Ese olor me resultaba familiar. Era el mismo olor que hacía mi hijo antes de que le operasen del colesteatoma... el olor a "podrido", a infección... a muerte.

Nerviosa le olí a mi hijo las dos orejas, mientras jugaba con su pelo... pero el olor no venía de ahí. Miré a mi hija y me pregunté si tal vez no sería posible... y distraídamente la olí... pero tampoco era ella. Recuerdo que se lo comenté a mi marido... estaba segura que era el mismo olor... pero los niños olían bien al acercarme... y sin embargo... era entrar al comedor... y lo notaba. Y entonces caí. Me acerqué a la jaula y vi que Yakari tenía una especie de pegote en un moflete... como si tuviera el pelo pegado. Y olí....bingo! El olor provenía de nuestra hermosa princesa. Infección de oído, no había duda. Se había rascado y por eso tenía un pegote en el moflete... tenía pus por dentro.

Llamé a la veterinaria y en menos de dos horas estaba allí con mi coneja en su trasportín. Nada más cogerla y levantarle la oreja para explorar pudimos ver el origen del desastre. La temida bacteria (pasterelosis) había vuelto. Esta vez le había atacado en la oreja... y tenia la piel levantada y todo infectado.

Durante una semana tuve que llevar a Yakari al veterinario a diario, para que la curasen y le pinchasen un antibiótico muy potente. Fuimos en sábado, en domingo, en viernes santo...daba igual. La enfermedad no entiende de fiestas de guardar ni de cuarentenas. 

Yakari mejoró, pero no del todo. Externamente su oído sanó. Pero la veterinaria detectó que la infección se había metido un poco "hacía dentro" en el oído. Y seguimos con otro antibiótico distinto... a pinchar cada tres días... y con un antibiótico que le teníamos que poner en casa, dentro de su orejota.

Seguimos todas las indicaciones... y cada tres días la veterinaria pinchaba y revisaba. La infección se resistía. Y no sólo eso...sino que en una de las exploraciones detectaron que había llegado al otro oído... La noticia me sentó como un mazazo. Llevaba ya unas tres semanas de tratamiento... y no sólo no se había curado...sino que la infección había llegado por dentro de su cabeza hasta el otro lado.

Erik y Helia compartiendo momentos con Yakari

Ese sábado volví a casa hundida, con Yakari en su transportín. Me habían dado hora para el lunes... para visitarla conjuntamente 3 especialistas. Dos que ya la habían visto, y uno que regresaba del ERTE para aquella fecha, y que era especialista en exóticos. Ese lunes decidirían si la operaban o si vez... no hubiera ya mucho que hacer por ella...

Ese lunes llegué temblando al veterinario... pero imagino que el destino quiso darnos una tregua. Para sorpresa de todos uno de sus oídos había mejorado. ¿Y si finalmente respondía al tratamiento? Decidieron darle otra oportunidad. Seguir tratándola y volver a verla en una semana.

Y el lunes pasado volví con ella. Y ahí el destino volvió a poner las cosas en el que supongo era su lugar. La infección seguía ahí... no se observaba mejoría... y ya llevábamos más de un mes luchando contra ella... Había llegado el momento de tomar decisiones.

Me dieron hora para ingresarla al día siguiente, con el objetivo de dormirla, hacerle radiografías y coger muestras de todo para analizar. Las radiografías nos dirían si la infección seguía en oído externo... o como se temían había llegado a oído medio o interno. Y el análisis de muestras nos diría exactamente contra que bacteria estábamos luchando.

Dejé a mi mascota a las 14.30 en el centro veterinario... y la recuperé a las 21.30. Las horas se hicieron eternas no, lo siguiente.

Las noticias no fueron buenas. Efectivamente la infección está en oído medio... probablemente incluso en oído interno. Eso quiere decir que el único tratamiento que podría ser efectivo en estos momentos es someter a la mascota a una operación.

Hay dos formas de plantear esa intervención, y con las radiografías resulta complicado saber cual es la mejor opción. La única manera de saberlo a ciencia cierta es hacer una resonancia magnética. Pero claro... había que hacer la resonancia y luego operar... De modo que el veterinario prefiere consultar con otro experto en exóticos de un centro hospitalario de mascotas que hay en la población vecina... para ver si en equipo pueden llegar a una decisión óptima para la conejita, sin necesidad de someterla a la resonancia. 

Y en esa fase estamos. Esperando que nos llamen para hacernos una propuesta de tratamiento (RM + intervención o sólo intervención) y un presupuesto.

Porque si, practicar la resonancia implica sedarla (otra vez) y operarla implica sedarla (por tercera vez)... y cada sedación es un riesgo para la mascota. 

Pero por otro lado... no nos vamos a engañar... cada nueva prueba realizada es un gasto a sumar. Cada visita, cada revisión, cada cura, cada inyección.... todo suma. Y eso que tenemos una veterinaria que es un sol... y la mayoría de veces no nos cobra las visitas y sólo carga en factura los antibióticos que le ha pinchado... para que no nos suba tanto.

Pero igualmente en estas  cinco semanas que ya llevamos... no quiero ni hacer la cuenta de todo lo gastado... Y eso me hace volver a la pregunta del principio... ¿Cuánto vale una vida? ¿Cuánto vale su vida? En que momento dices basta, hasta aquí hemos llegado... ni un céntimo más!

En cuestión de días me llamarán... y me dirán: te recomendamos hacer esto, cuesta tanto. Y no sólo será el coste de la resonancia y de la operación... porque luego vendrán curas de recuperación...

Y todo irá sumando. Y piensas... ¿qué? Si me dicen 80€ digo que se lo hagan y si me dicen 100€, entonces ya no? O 100 € si... pero 120 no? ¿Dónde está la línea?

Y la miras... en la terraza, saltando alrededor de los niños... esquiva... a su bola... y respiras hondo. 

Yakari disfrutando de la terraza

Externamente la coneja está bien, no dirías que le pasa nada. Ni siquiera se rasca! Pero por dentro la infección avanza... y de no hacer nada y eliminarla... podría afectar a nervios... dejarla sin equilibrio, con partes del cuerpo paralizadas...  Así que hacer nada no es una opción en absoluto.

Lo único que se puede hacer es operar... operar o sacrificar. Pero, en serio? Sacrificar a un animal por una infección de oído que sabes que puede resolverse operando? Y claro... sacrificar no es gratis.

Así que vuelves a mirarla... y ves... que no se puede poner precio. Que mientras sea una cantidad asumible.... la pagaremos. Porque su vida no tiene precio.

Cuando adquieres una mascota, ya sabes que puede enfermar y precisar atenciones que ocasionaran gastos extraordinarios... y si aún así decides hacerte con ella... hay que ser consecuente con esa decisión tomada.

Si eres de los que a la mínima enfermedad... no está dispuesto a gastar... no deberías tener mascota. Pero si decidiste poner una en tu vida... tendrás que cuidarla pase lo que pase.

Verla sufrir no es una opción, abandonarla no es una opción, sacrificarla no es una opción mientras haya esperanza y tenga opciones reales de sobrevivir. Por lo tanto... operar y curar es la única opción viable y responsable.

Mientras Yakari quiera luchar, lucharemos por ella y junto a ella!

8 comentarios:

  1. Eres una gran persona. Muchas no harían como tú. Te comprendo. Un beso

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    1. Muchas gracias Susana. Hago lo que para mi es correcto... sino no podría dormir tranquila.
      Un abrazo fuerte!

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  2. Te entiendo tanto...

    Cuando hace dos semanas Montana apareció con el carcinoma a tope, nunca fue una opción sacrificarla, aunque nos dejamos una pasta...
    Pero la gente me decía que para 15 años que va a hacer...

    Pero no, es uno más de casa.

    Un beso y ánimo!

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    1. Ya... pero es que mientras haya una salida y el veterinario vea que al animal aún le puede quedar vida con calidad.... hay que tirar con lo que sea.
      Abrazos a Montana y al resto de tu "manada".
      Besos

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  3. Es muy duro y sí, hay que intentar llegar a un equilibrio. Pero es como dices. Si se puede luchar.. por qué no intentarlo? Ella es fuerte. A ver cómo va todo. Pero siempre y cuando no sufran. Si comen, si está activa, si tiene ganas de luchar a por todas.
    Besos

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    1. Exacto! Ella está bien. Come como siempre, se mueve como siempre... y se ve que tiene ganas de vivir. Así que... hay que ayudarla a salir de esta.
      Otra cosa es cuando el animal está mal y el propio veterinario ya te indica que no se puede hacer mucho y que no va a haber un final feliz... ahí muchas veces no queda otra que ayudarles a marchar con la mayor "dignidad".
      Un abrazo fuerte fuerte!!!

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  4. Siempre podrás hablar con los especialistas, ellos sabrán si merece la pena seguir adelante con los tratamientos para que llegue a curarse o simplemente es una enfermedad sin cura y que seguirá rebrotando. Sea como sea la decisión es dura pero debes tener en cuenta que estás haciendo todo lo posible por ella.
    Un enorme abrazo.

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    1. Eso hicimos y al final la tuvimos que dejar marchar. Fue una decisión muy dura, pero a veces no queda otra.
      Un abrazo

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