10 feb 2021

Operar en tiempos de COVID

 Que un hijo pase por quirófano, nunca es una experiencia fácil ni sencilla de gestionar. Cuando la operación es larga y en una zona complicada, esto es aún más complejo.

Pero si la operación transcurre en tiempos de pandemia... con las actuales restricciones de movilidad, y de organización... el manejo emocional de la situación roza tus límites.

El pasado viernes Erik volvió a enfrentarse a una intervención quirúrgica para extraerle un colesteatoma de su conducto auditivo derecho, y nos tocó vivirlo de un modo extraño, marcado por el aislamiento y la soledad.

Normalmente cuando te enfrentas a algo así, a un problema de salud importante de un hijo, ya te sueles sentir bastante solo de por sí. Pero en esta ocasión... la soledad, además de psíquica ha sido física.

Tanto a los médicos (para las visitas previas a la operación, como para las posteriores) como a la intervención quirúrgica en sí, sólo puede ir un acompañante.

Y esto ya te obliga a tener que elegir... quien va y quien se queda en casa. En nuestro caso lo hemos ido repartiendo, como ya te comenté, según nuestros puntos fuertes y debilidades, ya que a papá y a mí se nos dan bien cosas diferentes. 

Mientras que yo le acompañé las visitas médicas, papá estuvo con él en las pruebas y en la operación.

Días previos a la operación llamé al hospital, y les pedí que me explicaran como funcionaba todo, actualmente, a la hora de acompañar a un menor a una operación. 

Los protocolos son muy cambiantes, imagino que varían de una zona a otra, de un hospital a otro... en función a como estén las cosas en un momento concreto.

El día de la operación, el momento de dejar a Erik con su padre en el coche, y despedirme... fue de los más duros. Ahí sientes que has perdido totalmente el control. Ese sentimiento, que anteriormente había experimentado cuando se llevaban a Erik en la camilla hacia el quirófano... lo sentí muchas horas antes... al dejarle en ese coche.

A partir de ahí, dependería en todo momento, de que Alberto me pudiera ir informando desde el hospital. Cosa que no siempre es fácil, pues debes estar por el niño, enfermeras, médicos.... y encontrar el momento para ir explicando al que quedó en casa.

Si para mi no era fácil esperar sin saber... en la distancia... para Alberto tampoco era sencillo estar solo con toda la responsabilidad. Cualquier decisión, debía tomarla él... cualquier dato médico que le preguntasen...debía recordarlo él.... cualquier indicación a seguir tras el alta... debía memorizarlo él.

Y luego está la soledad. La soledad del que está en el hospital... esperando a que te avisen de que la operación ha acabado. La soledad del que queda en casa... que no puede saber que está sucediendo exactamente en cada momento.

En un principio habíamos barajado la opción de poder hacer algún tipo de relevos... si sólo podía haber un acompañante con el niño.... tal vez podía estar su padre con él durante el preoperatorio y la reanimación.... y luego cambiarnos y quedarme yo a pasar la noche con el peque.

Pero nuestros planes se fueron al traste cuando me comentaron que el acompañante debía ser siempre el mismo y debía confinarse junto al niño en la habitación del hospital. Esto implicaba además de no poder hacer ningún tipo de relevo entre nosotros, cosas más pequeñas.... pero también importantes, como no poder bajar a por algo de cena a la cafetería, no poder salir al pasillo a por un café de máquina, o no poder hablar ni un momento con el médico o la familia sin estar en presencia del pequeño paciente.

A nuestra soledad, se suma la de familia y amigos. Nadie que pueda ayudarte a llevar la pesada carga... nadie a quien tu puedas ayudar. Todos esperando noticias en la distancia. Ni abuelos, ni tíos, ni primos pudieron ir a verle al hospital... como en otras ocasiones... pero tampoco han podido venir a verle a casa, o estar junto a mi y junto a Alberto para sostenernos en esos momentos.

Operar en tiempos de COVID  ya es eso. Estar solos. Cada cual en su redil. Y afrontarlo como buenamente se pueda.

Así mientras Alberto me iba pasando información cuando podía, yo me convertí en la informadora oficial de las familias, y me encargaba de pasar el parte a madre, suegra, hermano, cuñados, amigos.... 

Eso, y tener que cuidar de la peque cuando salió del colegio... ayudó a distraer mi mente. 

Las horas más largas son siempre las mismas, estés en el hospital o en la distancia. Las horas que tu pequeño pasa en quirófano son eternas. Esas horas en que papi quedó totalmente solo en el hospital...sin nada que contarme... sin querer ocupar la línea telefónica por si avisan de quirófano. Esas horas en las que yo dudo de si habrá salido ya y Alberto no me ha podido informar... o si es que simplemente sigue dentro. Esas horas en que algunos familiares y amigos esperan en silencio... y otros preguntan si se sabe algo... temerosos de que haya alguna novedad y aún no hayas informado.... 

Y luego cuando sale de quirófano y querrías preguntar mil cosas... pero la otra parte está en reanimación y desde allí, obviamente, no puede llamarte. Y te manda mensajes fugaces. Y tu preguntas... y tarda en responder... porque tal vez pasó la anestesista a ver como va todo, o el cirujano a informar sobre el desarrollo de la operación. Pero tu no lo sabes...desde casa... y sólo ves que transcurren los minutos y no hay respuesta...

El mejor momento antaño era cuando subían al peque a la habitación y podías verle, tocarle, abrazarle... En esta ocasión ese reencuentro no pudo tener lugar hasta que el peque llegó a casa tras recibir el alta médica. 

Así pues, la angustia de la separación empezó horas antes... y el alivio del reencuentro se produjo horas después a lo habitual. En resumen... el sufrimiento y la sensación de pérdida de control sobre la situación de tu hijo se alarga.... mucho.

Por suerte todo pasa, y al final cuando llega a casa, puedes achucharle y mimarle... y obtener las respuestas a esas preguntas que quedaron en el aire.... cuando por fin puedes sentarte cara a cara a charlar con el acompañante oficial.

Sinceramente, espero no tener que pasar por más operaciones con el peque. Que el bicho no vuelva, y le deje disfrutar de su infancia en paz. Pero si hubiera que pasar de nuevo por ello... que no sea en tiempos de pandemia. Pues eso añade un plus de angustia y sufrimiento a una situación ya de por sí lo suficientemente angustiosa.




2 comentarios:

  1. Ha debido de ser terrible. Menos mal que ya pasó. Un beso

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    Respuestas
    1. La verdad es que tener que vivirlo en soledad y desde la distancia no ha sido nada fácil.
      Abrazos

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